martes, 18 de mayo de 2010

Catástrofes naturales inesperadas

Los desastres naturales, como la reciente erupción del volcán islandés, o como los terremotos, las inundaciones, los tsunamis y los huracanes, suelen causar estragos en las operaciones del centro de datos, provocando interrupciones de red y de servicio.

Aunque son sucesos inesperados, lamentablemente la pregunta es cuándo ocurrirán y si estaremos preparados para hacerles frente.

Desde que el volcán Eyjafjallajokull empezara a emitir gases volcánicos y sus cenizas se extendieran por toda Europa, prácticamente todo el espacio aéreo europeo se paralizó.

Los aeropuertos británicos estuvieron cerrados durante varios días y dos terceras partes de los vuelos europeos fueron cancelados, con pérdidas estimadas diarias para la industria de la aviación de 200 millones de dólares. Ante catástrofes como ésta, mucho se tiene que aprender desde el punto de vista de las aplicaciones y los servicios de red, sobre todo, en las precauciones que deben tomarse para evitar el colapso en los centros de datos.

Una catástrofe natural obviamente afecta más a la “zona cero” del suceso. En Islandia, la nube volcánica impidió a la gente ir a su trabajo, no se tuvo acceso a las instalaciones y las empresas pararon completamente su actividad. Los servicios y aplicaciones en línea tampoco estuvieron disponibles, ya que no había personal que gestionara estos servicios y aplicaciones.

Este tipo de situaciones provoca un auténtico desastre en el centro de datos, ya que se interrumpe el servicio y deja de ser operativo.

Para evitarlo, es recomendable diseñar e implementar una solución de recuperación ante desastres, antes de que estos ocurran. Para ello, una posibilidad consiste en planificar y desplegar un centro de datos secundario, además del original, que controle las mismas aplicaciones de forma simultánea y entregue los mismos servicios conforme al nivel de servicio original. Este despliegue incluye que se tengan en cuenta los aspectos operacionales del centro de datos, como el almacenamiento, la interconexión, los servicios, la electricidad, la refrigeración…

Lejos de ser una tarea simple, implica tener en cuenta las demandas de capacidad y la carga proyectada en el momento de un desastre. Una vez llevado a cabo, tendremos que implementar una solución de balanceo de cargas para ambos centros de datos, de tal forma que se asegure todo el tráfico y las transacciones se direccionen de forma transparente al centro de datos secundario.

Un desastre natural no sólo afecta al entorno físico. En el caso de Islandia, la nube volcánica ha provocado que los aeropuertos europeos tuvieran que desviar sus salidas y llegadas a otros aeropuertos cercanos, aumentando así su tráfico aéreo. Además, también se generó una oleada de tráfico en otros servicios de transporte como páginas web de los sistemas de tren, líneas aéreas no europeas u otros servicios locales de Internet.

Este incremento de tráfico por la demanda inesperada del usuario afecta directamente a la carga que soporta un centro de datos. Si lo que queremos es que nuestro sistema siga funcionando correctamente, la infraestructura de red deberá de ser capaz de soportar tal aumento de capacidad en el centro de datos, en ocasiones hasta cincuenta veces más que en índices normales de tráfico de red. Además, la infraestructura de red también tendrá que ser escalable para hacer frente a la demanda que en ese momento requiera.

Una infraestructura bajo demanda será lo suficientemente flexible como para proporcionar mayor capacidad de rendimiento y servicios, sin necesidad de reemplazar hardware o provocar una inactividad a la organización.

Utilizar este tipo de infraestructuras bajo demanda, no sólo va a reducir el coste total de propiedad, también va a aumentar el retorno de la inversión, asegurando la respuesta de la plataforma según las necesidades de la empresa, especialmente, en catástrofes naturales inesperadas.